Tour por bodegas

 

 

Recorrido:


Visita guiada a bodegas nacionales con degustación de vinos autóctonos de gran calidad

El vino de Uruguay es cultivado en ubicación geográfica privilegiada y en tierras particularmente
adecuadas para el cultivo de la vid, lo que hace de Uruguay un país vitivinícola por excelencia. Situado en
la misma latitud que las mejores áreas cultivables de Argentina, Chile, Sudáfrica y Australia –entre 30° y
35° sur- es posible cultivar la vid en todo su territorio.
En Uruguay se cultiva la vid en un clima de tipo templado, con temperaturas promedio de 18°C,
precipitaciones promedio anuales de 1055mm, sol, inviernos fríos y veranos cálidos y secos, de noches
frescas.
Oficialmente existen nueve zonas vitivinícolas: el Norte, el Litoral Norte, el Noreste, el Litoral Sur, la zona
Central, y Central Este, el Sudoeste, el Sur y el Sudeste.
La zona Sur, donde se concentra el 90% de los viñedos, posee un clima de alta influencia marítima y
tierra moderadamente profunda, de textura fresca.
La zona Sudoeste, con un 5% de los viñedos del país, y la zona Litoral Sur, están influidos por el Río
Uruguay. La tierra es de mayor profundidad y poseen un excelente drenaje.
Las zonas Central y Central Este constituyen la cuenca sur del Río Negro, con tierras que combinan finas
texturas, piedras y un clima excelente.
Las zonas Norte y Noreste (los departamentos de Artigas, Salto y Rivera), poseen un clima de mayor
calidez y sus tierras de textura liviana resultan muy apropiadas.
El sector vitivinícola, que representa el 15% de la producción agrícola doméstica, continúa desarrollándose
y mostrándole al mundo el resultado de grandes esfuerzos, en la calidad de sus mejores vinos.
La historia de la industria vitivinícola y la uva se remonta a mediados del siglo XVII, aún antes de la
independencia nacional, cuando Uruguay era conocido como la Banda Oriental. Las primeras cepas fueron
traídas desde España y se plantaron en el sudoeste del país. Estas primeras plantas, probablemente
Moscatel, crecían sobre enrejados, produciendo uvas para consumo de mesa y de vino en familia. Esta fue
también la situación durante la mayor parte del siglo XVIII.
La temprana era pre-industrial fue seguida por una etapa de transición en la que se incrementó el número
de los viñedos, aún sin alcanzar un nivel comercial significativo. Este incremento se debió, en gran medida,
a las condiciones favorables que otorgaba un estado recientemente independizado en 1825, llevando a la
consolidación de una tradición nacida dos siglos atrás.
No fue hasta 1870 que el cultivo comenzó a ser visto como una empresa comercial viable, por Don Pascual
Harriague, un inmigrante vasco con inquietudes empresariales. Con plantas Tannat de origen francés,
traídas desde Entre Rios, Argentina, Harriague inició su cultivo en 200 hectáreas al norte del país. Esta
variedad, el Tannat, tomó luego el nombre de Harriague, en honor del pionero de la industria vitivinícola
uruguaya.